Relatos
LA SIGUANABA
Una noche de perros, así lo definió mi acompañante, esa fue la noche en que encotramos a Chon Zelda, fuertemente agarrado en una mata de Escubilla, lo levantamos y lo llevamos y lo subimos a la montura de la yegua que muy fiel no lo abandono ni por un momento, en el camino a la Lupe al pasar frente a la Cruz de palo en donde se le aplico la “ley de fuga” a Chema López de los “Lucíos” se le ocurrió que al Chon la siguanaba lo había dejado así, yo le dije:
-que siguanaba ni que nada, de borracho se quedó el pobre tendido ahí…
Al dia siguiente se despertó el Chon y como la Lupe lo dijo él les conto lo que le había sucedido…
Fue la noche anterior, en el velorio dijo; estábamos chupando con los amigos y yo ya bien borracho decidí irme para la hacienda.
_ No te vayas me dijeron;
Pero no les hice caso, ya en la oscuridad de la noche iba cruzando la quebrada Olotopa cuando a lo lejos como a dos leguas vi la figura de la Cholita, la cual había estado muy terca con migo y ahora se me aparece ahí ofreciéndoseme..
_pero como todo hombre me baje de la yegua y me dirigí hacia ella para abrazarla y hacer una de mis travesuras...
Pero cuando la abrase la sentí suave como plumas y luego vi su cara transformándose en la Siguanaba, la cual ya me estaba llevando hacia al zanjón, pero luego pensé en agarrarme a la mata de escubilla y como dicen que es su pelo a ella le dolió y luego me soltó. Y así fue la causa de que encontráramos a Chon Zelda esa noche.
EL TESORO DE JUAN NO
Juan no, como todos en el pueblo lo llamaban era un reconocido ladrón, pero no robaba para sí, si no para repartirle a la gente que más lo necesitaba.
Cuentan que el escondió sus tesoros en el asiento de una ceiba en la “costa cuca” Guatemalteca. Juan No jamás se había manchado las manos de sangre, él siempre cargaba sus pistolas en su cinto pero jamás había disparado una sola bala, pero hubo un dia en que alguien lo perseguía siempre y cuando logró alcanzarlo, Juan no quería defenderse pero no lo logró y fue entonces cuando por fin se manchó las manos de sangre, pero fue con su propia sangre.
Juan no se murió y cuentan que este subió al cielo y ahí se reunió con el Señor el cual lo había observado y por ser ladrón que no robaba para el sino para beneficio de los pobres decidió entonces darle una segunda oportunidad, la cual era que este volviera a la tierra para revelar en donde estaba su tesoro, Juan no había escondido su tesoro en el asiento de una ceiba a la cual le había hecho una seña, pero como estas crecen demasiado la seña se había perdido en el nacimiento de una rama, y por esta razón Juan no, no logró encontrar el tesoro y por consiguiente dicen que su alma anda siempre en busca de su propio tesoro, ahí en la costa cuca, en donde cuentan que si alguien pasa por ahí puede escuchar el ruido que hacen los cascos de su caballo.